Soy 'Divergente' (o algo así)

Todo el mundo sabe que uno es más feliz cuando vive en la ignorancia. El equivalente cinematográfico de esto vendría a ser que uno siempre disfruta más del cine cuando entra en la sala sin expectativas de ningún tipo. Eso es, afortunadamente, lo que me ha sucedido con el último bombazo del cine juvenil (adaptación del último bombazo de la literatura juvenil).

No he leído la trilogía en que se basan las películas, y de momento no creo que vaya a hacerlo, porque aunque todo el mundo dice que es muy recomendable, no acaba de ser mi estilo de lectura. Ahora bien, como película de dos horas (y pico), me vale.

Como digo, precisamente por aquello de no ser lector de la saga literaria, por una vez podía ir al cine libre de esos agobios que todo lector tiene en estos casos: «¿habrán quitado aquella escena tan bonita en la que...?», «¿le restarán protagonismo a mi secundario preferido?», «espero que no hagan que la protagonista parezca la típica idiota hiperdependiente del chico guapo». Y, quizás gracias a eso, he podido disfrutar mucho de esta película.

Crítica película Divergente distopía

Para quien no sepa de qué va la cosa, Divergente nos habla de un futuro distópico en el que la sociedad está organizada mediante un férreo sistema de castas que, en teoría, están sujetas a la personalidad de cada individuo. Nuestra adolescente protagonista pertenece por nacimiento al grupo de los aburridos: Abnegación. Sin embargo, cuando le llega el momento de escoger si se queda para siempre en esa casta (con su familia) o cree que encaja mejor en otra, se vuelve to' loca y se va con la gente guay (y un poco violenta de más, para qué engañarnos) de Osadía.

Oh, sí, y un momento antes de escoger Osadía descubre a través de una especie de test de aptitud (mucho más efectivo que el que llevan a cabo en los institutos de nuestro mundo) que en realidad ella es divergente. Y eso es malo, muy malo, porque la estricta sociedad en la que vive teme a los divergentes, y por eso son perseguidos.

Y hasta aquí puedo revelar. A partir de este momento, comienza la parte guay que ya os podéis imaginar, con sus combates, su guaperas sexy pero vulnerable y los modelitos ajustados e imposibles que se calzan últimamente en todas las películas de este tipo.

Crítica película DivergenteLa película, como os digo, está muy bien; al menos, a mí no me aburrió ni un solo segundo durante las dos horas y pico que dura, y creedme que eso tiene mérito, porque soy uno de los mayores defensores del cine de 90 minutos. Sobre si es una buena adaptación o no, eso tendréis que decirlo los lectores, que seguro que sois la mayoría; yo fui al cine con una amiga que se había leído la trilogía, y no despotricó nada a la salida, así que supongo que eso es indicio de que está más o menos bien adaptada.

Los actores, correctitos, pero sin más. Shailene Woodley es una chica con mucho encanto en pantalla, incluso aunque la estén quemando de tanto exponerla (curiosamente, lo mismo que le pasa a otra compañera distópica: Jennifer Lawrence). Una buena prueba de lo mucho que la están quemando los de Hollywood es una secuencia en la que ella está sola con Theo James, Miles Teller y Ansel Elgort y un servidor, que para esto tiene muy mala baba, no puede evitar comentar: «a uno se lo tira en esta película, a otro se lo zumbó en la última que hizo antes de esta, y al otro se lo va a trajinar en la que saca el mes que viene».

Hollywood, ese lugar de trabajo taaaaan duro para una chica joven.

Y sobre Divergente, que de eso va la entrada...


Para mí es un 8


Crítica muy, muy seria de Snowpiercer ('Rompenieves')

Hoy he visto Snowpiercer. Es una película muy bonita y muy bíblica sobre el Diluvio Universal, que aquí es de nieve, y el Arca de Noé, que aquí es el Tren de W.

W es un tal Winston o algo así; tiene su logo puesto por todas las esquinas de la película, pero al final no te queda muy claro cómo se llama y por qué Ed Harris parece el hermano moribundo de Ed Harris. 

El caso es que eso: hay un diluvio de nieve (?), el mundo se va a tomar por culo y los únicos supervivientes están encerrados en un tren inventado y dirigido por Ed Harris viejo y arrugado, que en la película de llama W. No explican cómo hace Ed Harris para llegar a fin de mes, pero debe de andar muy justito, porque el tren gasta que te cagas en calefacción, porque ahí todos van vestidos con ropa de verano (o harapos de verano, si eres pobre) aunque fuera el mundo esté en una edad glacial.

El problema es que Ed Harris es maligno, maligno. A la gente que va en businnes la trata bien, les pone discotecas, drogas, plantaciones de marihuana y las típicas comodidades de un tren postapocalíptico; pero a la gente de tercera clase los trata como a perros: los viste mal, les da de comer chocolatinas que luego descubres que están hechas con cucarachas en vez de con cacao y encima les roba a los niños pequeños, porque es como medio pederesta. Un tío malo, vaya. 
No los juzgues por su aspecto sucio: son buena gente
Y claro, los pobres de tercera clase tienen que cambiar eso, que ya llevan casi 20 años en las mismas y no puede ser. Así que organizan un viaje rebelde desde el último vagón hasta el que tiene la W así mayúscula, que es donde vive Ed Harris con los niños a los que secuestra.

El héroe es el Capitán América, que sigue siendo un soso que te cagas y encima en esta película no enseña los abdominales, así que a nadie le importa. Y en vez de Scarlett Johansson, va con él la típica negra chula con sobrepeso de las películas, así que esta parte tampoco le importa a nadie. El tercero de la chupipandi es Billy Elliot, que desde que hizo sadomaso con Lars Von Trier va como de heterosexual o algo; muy extraño todo. Estos tres y un montón de desarrapados sucios inician la revolución y van hacia el vagón de Ed Harris. Por el camino se juntan con un chino y su hija china: él es hacker y ella es una intensa que ve como cosas en su mente; los típicos orientales, vaya.

Hay muchas peleas a cámara lenta con música bonita, y mucha gente muere y otra resulta herida. En algún momento también aparece la mano derecha de Ed Harris, que es Tilda Swinton, a la que alguien ha creído que era necesario hacer todavía más fea poniéndole las gafas y la piñata de Betty la Fea.


Al final, hay diálogos grandilocuentes sobre el sentido de la vida y descubres cosas sobre el equilibrio universal y la condición humana. Es súper profundo, y no te lo esperabas para nada. Resulta que la película es una alegoría. Yo no sabía lo que era eso, pero he buscado en el DRAE y define alegoría de la siguiente manera: «una alegoría es como una metáfora, pero en plan súper bestia».

Así que una vez que Ed Harris nos explica que es todo una alegoría, pues ya nos damos cuenta de que la película es muy buena y que no hay que prestar atención a pequeños fallos como las facturas de calefacción del tren o que Billy Elliot haga de hetero, porque es todo alegórico.

VEREDICTO: Te recomiendo mucho esta película si eres un intenso y te gustan las metáforas a lo bestia. No te la recomiendo si no te gusta la gente fea y mal vestida, porque aquí hay mucha.

'Beneath the harvest sky': cine juvenil poco convencional

Beneath the harvest sky es una de esas cintas que te apuñala en el corazón y por la espalda. Doble nivel de dificultad, ahí es nada. Si, como un servidor, te lanzas a verla habiendo leído solo la sinopsis y el elenco de actores, creerás que se trata de una película juvenil de temática realista. Es cine indie, así que no esperas un Nicholas Sparks, pero definitivamente te imaginas un chico conoce chica, un poco de drama exagerado estilo «soy un adolescente y mi vida es una mierda», como mucho, una madre alcohólica...

Esta no es una película de esas. Para nada. Bueno, lo de la madre alcohólica más o menos; y lo de que la vida es una mierda, también, solo que en este caso es real, no una percepción de la realidad distorsionada por las hormonas.

Beneath the harvest sky es dura. No dura como «¡ay, el amor de mi vida se ha ido a la guerra y es posible que no lo vuelva a ver!». Dura de verdad. Dura de las de: «amigo, esto pasa en la vida real. Esto pasa de verdad»
Crítica de Beneath the harvest sky, película indie
Hay una chica, claro. Siempre hay una chica.
Nos situamos en una zona rural de Maine, cerca de la frontera con Canadá. El ambiente es opresivo, gris, la mentalidad de la gente parece un tanto de otra época y el dinero no abunda; o si abunda, no hay indicios de ello a la vista. La mejor opción para la mayoría de jóvenes parece ser terminar la secundaria cuanto antes y ponerse a trabajar, quizá ayudando en la cosecha de patatas, uno de los pocos negocios que sigue funcionando más o menos bien.

Los protagonistas son Casper y Dominic, dos chicos de diecisiete años con pocas expectativas de una vida mejor. Dominic se deja el lomo en la granja de patatas para ayudar a su familia, que se reduce a su madre. Casper, por su parte, vive a caballo entre la casa donde su madre (perturbada mental, en el mejor de los casos) vive con su novio y los hermanos de Casper, y la casa de su padre, que pasa drogas a través de la frontera con Canadá con la ayuda del tío de Casper. Dominic es un buen chico, trabajador, más o menos estudioso y con posibilidades de llegar a algo; pero todo el mundo le dice que perderá estas posibilidades si se sigue juntando con Casper, que es como un huracán, y siempre está peleándose con alguien, cometiendo delitos o insultando a algún profesor delante de todos los compañeros de clase. Ambos tienen un plan: salir por patas de ese condenado pueblo. Comparten un refugio, una casa abandonada, donde guardan el dinero que van ahorrando, uno con el trabajo cosechando patatas, otro con sus trapicheos.

Este es el planteamiento de la historia. A partir de aquí: la vida. 
Crítica de Beneath the harvest sky, película indie.
Es cine indie canónico. Es decir, desarrollo lento, calmado, largos planos de paisajes, música bonita pero más bien melancólica, estética apagada, triste... Quien esté acostumbrado a este tipo de películas, ya sabe lo que va a encontrar. Y a los que no, os animo a darle una oportunidad; al principio puede parecer que no pasa nada y que el avance es lento, pero a la larga te das cuenta de que, de alguna manera, eso encaja con es el espíritu de la historia.

Pocos actores y poco conocidos, pero todos muy solventes en sus papeles. Los protagonistas son, como Dominic, Callan McAuliffe, al que puede que conozcáis de una de las películas más tiernas y recomendables del mundo: Flipped, o también de sus pequeños papeles en Soy el número cuatroEl gran Gatsby; y Emory Cohen, al que habéis hace poco en The place beyond the pines, haciendo un papel muy parecido al que tiene en esta película. Cohen está excelso como Casper. No sé si este chico sabrá actuar cuando le toque un papel en el que tenga que sonreír y ser feliz, pero como adolescente enfadado con el mundo y tirando a sociópata la verdad es que siempre lo borda.

También andan por ahí dos grandes de la televisión: Aidan Gillen (Lord Baelish, si nadie se lo impide) y Carrie Preston (loca pelirroja en True Blood y loca un poco menos pelirroja en The good wife). La Preston tiene dos frases contadas, así que no puedo decir que está excelente, pero seguro que si le hubieran dado otras dos lo habría estado, porque es una estrella. Y Meñique Gillen, que sí que tiene más papel, está muy bien, aunque su personaje es un poco coñazo, porque, siendo honestos, ya está muy visto.
Crítica de Beneath the harvest sky, película indie.
La película es muy bonita. Dura, pero bonita. Como os decía al principio, iba pensando encontrarme la clásica película juvenil de chicos de campo que son muy amigos, fuman un poco de marihuana para hacerse los rebeldes y se quedan con la chica, pero encontré algo muy distinto. Os la recomiendo si os va el cine indie moderado u os apetece probar un drama juvenil que se salga de lo típico.

Para mí es un 8,5.

Crítica de G.B.F.

Todos los cinéfilos tenemos nuestras reivindicaciones personales, un actor o película generalmente tachado de malo o regular, pero que nosotros elevamos a los altares sin vergüenza alguna. Algo semejante me sucede a mí con Chicas malas ('Mean girls') esa icónica película teen del año 2004, con guion de la requetepremiada Tina Fey y protagonizada por la también icónica Lindsay Lohan. LiLo, que, por cierto, así, como quien no quiere la cosa, se está convirtiendo en guest star de todos los posts de este blog.

Chicas malas no era una película de institutos. O mejor dicho: no era solo una película de institutos. Iba más allá y tomaba todos los tópicos del género, los metía en una batidora y luego los servía acompañados de setas alucinógenas para hacerlo todo un poco más surrealista y, de paso, matarnos de risa. Una sátira con muy mala leche y cargada de ironía. Siempre defenderé que es una película exquisita y con un humor muy fino que hay que saber captar.

Otros diréis que es un truño de los que hacen historia. Probablemente llevéis razón, pero Chicas malas es mi reivindicación cinéfila, ya os advertía al principio.

Pues bien, pasando a la película que hoy nos ocupa, G.B.F. es simple y llanamente la respuesta homo a la cinta de Lohan. Es igual de exagerada, surrealista, hilarante y estéticamente pasada de rosca (a.k.a. hortera) que esta. Y también comparte alguna de sus mayores virtudes: es descarada, se atreve a hacer bromas que nadie se atreve a hacer en el cine teen, es meta como ella sola y esconde una sátira finísima debajo de su envoltorio de purpurina y topicazos. Además, es una película muy de su tiempo, igual que lo era la anterior. Como digo, no es otra cosa que su actualización a nuestra época, diez años después, donde el asunto de las chicas malas de instituto ya está un poco olvidado, y lo que se lleva es lo del mejor amigo gay que te aconseja sobre moda, te toca los pechos y te lleva de acompañante al baile de graduación.
Los protagonistas de G.B.F. Mu' monos ellos.
De eso va, a grandes, rasgos, G.B.F. Nos encontramos con dos mejores amigos, ambos marginados, ambos homosexuales (aunque esto solo lo saben sus amigos más íntimos). Tanner se encuentra muy a gusto con su situación y quiere dejarlo estar; sin embargo, Brent tiene un plan maestro para salir del armario de forma espectacular y convertirse en el hombre del momento en el instituto. El problema es que las cosas se tuercen, y el que acaba saliendo del armario ante todo el instituto es Tanner. Y, cuando se convierte en el primer estudiante abiertamente gay del instituto, las tres chicas más populares (en guerra perpetua entre ellas) se enfrentan por convertirlo en su G.B.F: en su gay best friend ('mejor amigo gay').

Esto, como os podréis imaginar, da inicio a una batalla campal en el instituto, que acaba salpicando también al círculo de amigos pringados de Tanner, incluido Brent. Hablando en plata, podríamos decir que se desencadena la Primera Pelea de Perras Mundial. Porque eso es lo que es: una pelea de perras. ¡Y sin complejo ninguno! Ahí reside la magia de esta película: tiene muy claro lo que es y lo que quiere ser, y el primer paso es reírse de sí misma.
La película es, como os digo, divertidísima. Y lo mejor es que no cae en lo zafio, sino que tiene un humor fino, inteligente, incluso cuando hace chistes escatológicos. Además, está trufada de referencias a la cultura pop más actual. Por ejemplo, una de las frases lapidarias que se me quedó grabada en el alma fue la de: «eres más gay que un episodio especial de Glee». Todo el que vea Glee tiene que morirse de risa, necesariamente; y también concederles la razón.

Porque ahí yace la mayor virtud de la película: ¡tiene razón! En todo. Detrás de su surrealismo y su humor irónico se esconde una crítica acertadísima contra ciertos estereotipos, que van desde el tema de la frivolización de la homosexualidad hasta el fanatismo religioso.

En cuanto a los actores, muchas caras conocidas de la pequeña pantalla (al menos para los frikis de mi categoría). Así de primer orden tenemos a Sasha Pieterse, conocida por interpretar a Alison en Pretty Litte Liars, y que en esta película básicamente hace el mismo papel de «soy una mala puta, pero cuando me conoces no puedes evitar quererme». También contamos con la presencia estelar de una de mis comediantes preferidas: la demasiado poco conocida para lo buena que es Megan Mullally. Además tenemos por ahí (voy a lo simple, para no daros mucho la turra) a Luna Lovegood, el protagonista The Hard Times of R.J. Berger y la bitch suprema de Awkward.

Y, por supuesto, el protagonista. A Tanner lo interpreta un actor poco conocido, pero al que un servidor tiene que adorar sí o sí por su papel en United States of Tara, una de las series de televisión a las que más cariño le tengo. Allí interpretaba a Lionel, el amor del personaje más adorable jamás visto en televisión: Marshall Gregson.
Y después de este aluvión de referencias a series (perdonadme, por favor, no lo puedo evitar), vuelvo al principio: hay películas que uno tiene que defender sin importar lo que opinen los demás. G.B.F., para mí, es una de ellas. Porque es inteligente, es valiente, es desternillante y da en el clavo con sus crítica. Además, debajo de toda la sátira, tiene un toque tierno que lo deja a uno con buen sabor de boca. Si no sois alérgicos al cine teen, yo os la recomiendo mucho.

Para mí es un 8.

Crítica muy, muy seria de 47 Ronin

Hoy os quiero hablar de 47 Ronin (según Filmaffinity, deliciosamente titulada en español como La leyenda del samurái). Es una película tan metafísica, tan cargada de lecturas filosóficas, que me veo obligado a ponerme serio para la ocasión.

47 Ronin trata, básicamente, sobre el Japón del siglo XVIII y Keanu Reeves, que es un mestizo que pasaba por allí. En la película no explican qué tipo concreto de mestizo es, pero todo apunta a que es un cruce entre una fea y un feo. Y como su personaje es un poco tontaina, igual el feo y la fea eran parientes. Pero no creáis que esto importa: Keanu Reeves es un secundario. Memorizar el guion tuvo que ser complicado, porque las tres frases que dicen son súper poéticas y súper profundas, pero en general son cortitas.

Aparte de Keanu Reeves hay otro japo (este no es mestizo) que seguro que conoceréis, porque sale haciendo de japo en todas las películas y series en las que necesitan meter un personaje de Japón. Él es el verdadero protagonista. Aunque a nadie le importa, porque molaba mucho más cuando hacia de maestro de kung fu intenso en Revenge, la serie de la rubia simpática que se tira a media docena de tíos buenos millonarios supuestamente para vengar a su padre. La clásica venganza.
Loki, Thor; Lord Kira, 47 Ronin
Míralos: como dos goticas de agua

47 Ronin también va de venganzas. Esta vez el que se venga es el Japo Omnipresente. Bueno, y Keanu Reeves un poquito también, para amortizar lo que los productores se han gastado en pagarle el caché. La cosa es que estos dos y otros cuarenta y cinco (infiero la cifra por el título, no os vayáis a creer...), después de ver cómo su señor es deshonrado y asesinado, toman la decisión de regresar a casa para darle estopa al japo malo que perpetró la deshonra de marras. Porque la parte del asesinato importa menos, no os vayáis a creer: lo jodido es lo del honor.

También anda por ahí una muchacha muy mona que es la hija del deshonrado, y que ahora es en plan prisionera virgen del malo. Que el malo se la quiere trajinar, claro, porque tiene mucho vicio; pero aunque sea perverso y asesine a la gente o invoque demonios como quien se toma un vasico de sangría, tiene su código de honor... Y claro, todos sabemos que en el código de honor de los malos de películas de samuráis está la parte de dejarle a la hija del tío al que has asesinado un año de luto antes de cepillártela. Así que allí la tiene, decorándole el castillo.

El malo en cuestión es un tipo con cara de no tomar All-Bran y que comparte estilista con Loki el de Thor; solo que a él le molan todavía más las hombreras. De todas maneas, es un poco un extra en la película, porque la verdadera antagonista guay es la bruja que trabaja para él, que está hecha toda una robaescenas. Es un poco Melisandre de Asshai achinada.

La tía e' mala, mala, mala... maligna. Vamos, es que tú la miras a la cara y ya lo sabes: «esta es maligna, maligna, ojito con ella». Y vaya si hay que andarse con ojito. La tía vale pa' un roto y pa' un descosío'; lo mismo te invoca a un mamut, que a un demonio, que se pone a hacer la danza de los siete velos con teletransporte incluido. Una bruja como Dios manda, vaya.

El caso es que hay muchas intrigas y trampas mu' finas (ya sabemos que los orientales tienen fama de ser finos pa' todo). Y al final, pues la típica pelea de los samuráis estos (ronin, se llaman) contra Melisandre y el tío disfrazado de Loki. Y no os digo como acaba, que luego me decís que hago spoilers.

Ah, por cierto, que no sé si lo he dicho: Keanu Reeves sale en una escena y dice una frase. Se rumorea que hasta le han pagado por el derroche de talento interpretativo.

Y eso, que un peliculón. Por momentos me ha recordado a Guerra y paz de León Tostói, porque tiene sus raticos de guerra y sus raticos de paz.

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Huelga decir que este post está escrito en clave de humor y sin ánimo de ofender a nadie. Ya en serio, la película es el típico blockbuster de samuráis con buenas peleas, unos paisajes de croma un poco cutrillos y un guion más bien simplón. La típica película de samuráis. Está entretenida, eso sí.

Crítica de Dom Hemingway, con Jude Law

Hoy me gustaría hablar de la última película del, para mí, desconocido director Richard Shepard. Si he de ser sincero, la principal razón por la que decidí probar suerte con ella fue que en la ficha aparecía el nombre de Emilia Clarke, y tenía curiosidad por verla interpretando un rol que no fuera el de la insufrible Daenerys Targaryen de Juego de tronos. Yo suelo hacer este tipo de cosas con las películas: escogerlas en función de los actores que aparecen y la curiosidad que me despierte verlos en determinado papel. Y en el fondo, cada vez me convenzo más de que es una manía positiva, porque si uno tiene que dejarse guiar por sinopsis como esta...:
Dom Hemingway (Jude Law) sale de la cárcel tras cumplir condena durante 12 años y se dedicará a ir de puerta en puerta para recoger lo que considera es suyo por no delatar a los jefes de las bandas criminales.
(Filmaffinity)
Redactar sinopsis, tanto de películas y series de televisión como de libros, es un arte, amigos; una profesión en sí misma, y alguien debería empezar a tomarse en serio lo de fichar a gente con talento para redactarlas. Porque eso es marketing también. Yo ahí lo dejo, para que los departamentos de RR.HH. del mundo recojan la sugerencia si quieren.

Volviendo a Dom Hemingway, la sinopsis ya nos da una idea del tema de la película: venganza. O, si lo preferís: saldar deudas. Lo que no deja tan claro es el tono de la cinta. Lejos de ser uno de esos aburridos y lineales dramas de gente arrepentida recién salida de prisión, aquí nos encontramos con una deliciosa comedia sobre un hombre con serios desarreglos mentales y cierto imán para los desastres.

Crítica de Dom Hemingway, dirigida por Richard Shepard y protagonizada por Jude Law.
No quiero desvelar mucho más del argumento, así que pasaré directamente a opinar sobre lo que he visto en pantalla durante la hora y media que dura. La versión resumida sería que me ha sorprendido y maravillado; así de simple. No tenía expectativas, y no solo me he encontrado con una película entretenida, sino que además ha sido diferente a lo habitual y regalado su buena docena de destellos de gran cine, con alguna escena excelsa (mención especial para toda la secuencia de la caja fuerte).

Sin embargo, parece que nado a contracorriente con esta opinión. No han salido muchas críticas sobre la película aún, pero la mayoría de las que he visto la ponen como mala o, en el mejor de los casos, regular. De ella se ha dicho que, aunque entretiene, es artificial, pretenciosa y que se centra en lo formal, en los planos de cámara originales, las imágenes bonitas y las frases grandilocuentes, pero que le falta alma. También que no tiene unidad, que se trata de un montón de escenas sin trabazón colocadas una detrás de otra usando al personaje de Jude Law como excusa.

Entiendo todas estas críticas, y creo que tienen razón. Y aun así, diréis, me ha encantado la película. Pues sí. Efectivamente, a ratos parece que es un pegote de escenas al que el falta un nexo más sólido; y también es cierto que es pretenciosa, que se nota a la legua que el director quería dejarnos embobados con sus planos de cámara. No obstante, en lo que tengo que disentir es en lo de que no tiene alma. Detrás de ese aspecto visual tan cuidado y de la grandilocuencia de ciertos diálogos, yo sí he encontrado algo más, cierta trascendencia, una mezcla de arrepentimiento, ganas de mejorar y un grito descarado de «me la pela» a los reveses que da la vida.

Jude Law está espléndido, manteniendo el equilibrio perfecto entre el drama, el humor negro y el histrionismo, en un papel en el que es complicado no caer en la sobreactuación. Está, además, bien afeado para la ocasión; lo cual viene a confirmar la teoría de que todo actor más o menos agraciado necesita desfigurarse para algún papel en el que pueda demostrar que no está donde está solo por su cara bonita.

Jude Law en un still de Dom Hemingway
A su lado, Richard E. Grant que da una réplica a la altura, aunque manteniéndose en un discreto segundo plano. Y Emilia Clarke, también afeada para la ocasión (y achatada; ¿siempre ha sido tan enana o ha estado toda la película de rodillas?), que no es que esté mal, pero sosa, lo que se dice sosa, es un rato. Y hablando de sosos: también aparece en un par de escenas Nathan Stewart-Jarrett, más conocido como «sí, hombre, el negro aburrido de Misfits, que viajaba en el tiempo y tenía muchos dramas personales que a nadie le importaban una mierda; que todos los personajes guays se marchaban de la serie y él se quedaba ahí dando por culo. ¿No te acuerdas de él? ¿En serio? Pues casi mejor». Y de Stewart-Jarrett solo puedo decir que no me produjo ganas de quitar la película, impulso que me sí me despertaba en la serie antes mencionada, así que supongo que eso quiere decir que ha tocado techo a nivel interpretativo con su papel de novio intenso de la Clarke.

Emilia Clarke en un still de Dom Hemingway
En definitiva: peliculón y papelazo de Jude Law; pero es una opinión muy personal, ya que la película su buena ración de fallos y puntos flojos, y depende mucho de cada espectador si estos fallos le resultan insignificantes frente al resultado global de la cinta o si para él son imperdonables. Para mí, desde luego, lo que me regala Dom Hemingway en 90 minutos (¡viva el cine que no se alarga gratuitamente!) compensa con creces todo lo demás.

Y es que es una mezcla perfecta de tres cineastas muy polares, que encantan a unos y horrorizan a otros, y que a mí me tienen precisamente en el lado de los fans. Durante todo el filme estuve pensando que era como si Tarantino y Scorsese hubieran tenido un hijo usando a Diablo Cody como vientre de alquiler. Y aunque dé un poco la risa, creo que esta es la mejor forma de resumir no solo el argumento de la película y el estilo en que está rodada, sino también su tono general. Así que igual podéis borrar de vuestra mente la parrafada que os he hecho leer y quedaros con esto.

Para mí es un 9.


Nota: La BSO es una masterpiece. No te digo na' y te lo digo to'.
Nota (II): También sale el actor que interpretaba a Esteban en Weeds, por si alguien más es friki de la serie.